Las aguas que corrían por Cantalapiedra

Hace apenas cincuenta años, manantiales, pozos rebosantes, arroyos intermitentes y pequeñas lagunas salpicaban el termino de Cantalapiedra.
Hoy hablamos del cambio climático con miedo en el cuerpo, pero con desconocimiento de lo que va a suceder, ¿es en realidad cambio climático?
Las grandes extensiones de Cantalapiedra resaltadas por los extensos cereales y los variados regadíos, alimentados con agua de profundos sondeos, eran  regadas por mayores precipitaciones atmosféricas, es decir, llovía más.
Es triste mirar hacia atrás, hasta se produce un efecto nostálgico más o menos agudizado dependiendo de la persona que realice este retroceso temporal, pero es necesario. Resulta de vital importancia observar las calles de Cantalapiedra hace cincuenta años y ahora; sus paisajes, sus costumbres, sus hábitos y sus consecuencias.
Cantalapiedra, al igual que el resto de España y de Castilla, sufre los efectos de lo que los expertos denominan cambio climático, sí. Entonces en el termino de Cantalapiedra  había pequeñas lagunas: las famosas charcas; cada casa tenía su pozo de agua de donde con una cuerda y un cubo se extraería el agua fácilmente sin necesidad de alcanzar las profundidades de decenas de metros o incluso más de uno, dos o tres centenares, a los que se encuentran hoy las perforaciones;  y había manantiales, ricos vergeles de agua saludable y milagrosa que mantenía en pie las arduas tareas de esos trabajadores que realizaban labores como la recolecta: siega, trilla y almacenaje del cereal.
Qué este triste relato sirva para alimentar nuestra sensibilización medioambiental.

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