Este fin de semana tocaban las fiestas patronales en honor a Nuestra Señora de la Misericordia de Cantalapiedra. Las fiestas de la Virgen se celebran cada año el domingo de Pentecostés, lunes y martes. También desde el sábado, o algún año incluso el viernes, suele haber actos programados por las asociaciones, los vecinos o el Ayuntamiento.
El domingo, lunes y martes, la parte fuerte se concentra en la ermita de Nuestra Señora de la Misericordia, donde la fiesta ha ganado un impulso fuerte en los últimos años, gracias a que la anterior escasez de familias dispuestas a sufragar los gastos de la mayordomía fueron alternadas o prácticamente sustituidas por quintas enteras, aunque algún año también hay familias que tienen el honor de ser mayordomas.
Los mayordomos portan las varas de la cofradía durante los festejos religiosos, pues son quienes sufragan gran parte de los gastos (de música, flores,..) que supone la vertiente religiosa de estas fiestas. Otra parte es aportada por los cofrades y otra por donativos de personas que desean realizar estas aportaciones. Entre los aportes económicos suelen destacar el que se produce en forma de subasta por gozar del privilegio de meter a la Virgen en la ermita, cada uno de los tres días de la fiesta.
Los gastos de festejos populares, orquestas, bailes, y otras iniciativas programadas por el Ayuntamiento corren a cargo de las arcas municipales.
La fiesta de la Virgen de la Misericordia goza de características que la hacen única. Entre ellas la misa de la Virgen en latín, propia de la villa y una procesión con otras decenas de signos muy peculiares. La Virgen es situada en el suelo en varias ocasiones para que los asistentes puedan besarle y puedan aupar a sus niños para que besen la virgen. Mientras y durante las varias horas que dura la procesión, las gentes bailan al son de dulzaina y redoblante. Suena la Taranina, que nos recuerda a los que pusieron ritmo a este largo desfile durante años, ahora son otros los que siguen marcando el paso de esta fiesta.
También son únicos los bailes de paleo que se bailan en esta procesión. Nos traen a la memoria a maestros de danza y personas que los bailaban antes y ahora.
Hay muchos más signos, símbolos y sobre todo sentimientos, emociones y una fuerte devoción que se puede sentir cuando los fieles entonan La Salve.
En estos días nos solemos encontrar con los nuestros en la vida real o en nuestra imaginación, quizá en el recuerdo porque sea la única forma de volver a tenerlos cerca. Estos momentos nos traen a la memoria otros tiempos y a personas, a seres queridos que quizá están lejos y a otros que ya no están.
Vivir estas tradiciones tan cargadas de aliciente, y tan llenas de intensidad hacen a quienes tienen el privilegio de participar directa o indirectamente en ellas, no olvidarlas fácilmente, y por ello, es que posteriormente suelen hablar de ellas y querer darlas a conocer allá por donde van.
Tenemos un gran tesoro en Cantalapiedra, con un patrimonio vivo que debemos conservar, incentivar y proteger. Este legado es un recurso, un gran potencial de la muy buena y leal villa de Cantalapiedra.