Ayer, domingo de Pentecostés, 4 de junio, volvió a llenarse la ermita de la Virgen de la Misericordia. Numerosas personas acudieron a la llamada de la tradicional fiesta en honor a la patrona de la villa. Como cada año comenzaron tres jornadas de intensa actividad, que tienen su continuidad hoy y mañana, gracias a las misas solemnes y procesiones con la Virgen.
Entre otros rituales los fieles asistentes participaron en la celebración de la Eucaristía, donde tomó protagonismo auditivo la Misa de la Virgen en latín. Y al concluir tan solemne acto se produjo la emotiva Salve que concluyó en tres enérgicos y potentes ¡Viva la Virgen!.
Una vez concluida la celebración, llevada a cabo en el interior del templo mariano, los asistentes salieron fuera al parque de la ermita, desde donde esperaron la salida de la Virgen de la Misericordia, que fue recibida con el himno nacional entonado por las dulzainas del grupo El Laurel, que es el que este año pone el ritmo a La Taranina y hace sonar las dulzainas que la dan vida. Enseguida, al bullicio alegre de los asistentes que se saludaban en tan grato momento de encuentro, se sumó el tañer de la campana del lugar. Esos sonidos que despiertan tantos recuerdos y momentos felices acompañaron en procesión hasta la carretera, donde los cuatro portadores de la Virgen de la Misericordia, la depositaron en el suelo para permitir que las gentes derrocharan cariño hacia ella. Los niños, pero también los mayores se acercaron para besarla y tocarla, para pedirla sobre todo salud, pero también agradecérsela. Tanto amor hacia la madre de Dios concentrado en símbolos que parten de lo más profundo de cada ser. Tras muchos minutos dedicados a este agasajo a María comenzarían a sonar nuevamente las dulzainas. Los miembros del grupo de paleo, bailaron en ese primer momento el Sacramento. Después las dulzainas no cesaron de sonar durante horas. Tocaron la Taranina que bailan personas de todas las edades. Es otra forma de mostrar tanta emoción y alegría por ser la fiesta de Nuestra Señora de la Misericordia. Muchos más símbolos pudieron verse en la ermita y el verde parque que la bordea. Uno de ellos fue el penúltimo baile, el que concluye con el beso a la Virgen de todas las personas que brincan esta alegre tonadilla al ritmo de caja y dulzaina, sin bombo. La emotiva Salve volvió a despedir a María en la misma puerta de su ermita. Y con la Virgen vuelta hacia la ermita se produjo la subasta de las andas, 550 por las dos de adelante, que portaron los nacidos en 1977, mayordomos de este año, y 300 euros por las dos de atrás, que portaron los miembros de una familia de la localidad.
Posteriormente la comitiva se dirigió al Salón Pósito, acompañada por los alegres sones entonados por las dulzainas. Allí, los mayordomos obsequiaron a todos los asistentes con una pasta y la fresca limonada típica de la localidad. La palabra más pronunciada fue la enhorabuena a los mayordomos y a los que tuvieron el honor de meter a la Virgen de la Misericordia en la ermita.