Hay un lugar en el que es posible pecar y redimirse. Se trata de la encantadora villa de Cantalapiedra. Una localidad con encanto, olvidada en la provincia de Salamanca, y como consecuencia desconocida por las generaciones recientes pero que tiene sus grandes privilegios y placeres. En esta localidad se puede disfrutar de muchos gozos como es el caso de la buena gastronomía en forma de pinchos en los bares y buenos manjares en el restaurante así como los dulces elaborados por las panaderías y las propias monjas del convento. Otra serie de ventajas son los extensos campos bien labrados y cultivados donde se pierde la vista en kilómetros de llanura.
En Cantalapiedra se puede pecar con numerosos deleites y después obtener la redención gracias a la santidad que se respira en el lugar. La buena villa es pueblo de personas santas, entre las que hoy destaca la Madre María Amparo del Sagrado Corazón, pero donde también nació la Venerable Madre Ángela María de la Concepción y Fray Emiliano de Cantalapiedra, donde hay huellas de otras personas virtuosas como Santa Teresa de Jesús, el padre Nieto, o los propios cofundadores del Convento del Sagrado Corazón de Jesús, Arintero y de Ambrosio Morales, cuyos restos reposan en el presbiterio de la capilla del monasterio, a igual que los de Madre Amparo.
La buena villa de Cantalapiedra tiene propuestas para pecar y después arrepentirse y conseguir la Indulgencia Plenaria con la peregrinación al monasterio y cumpliendo con las condiciones de confesión, comunión y oración por las intenciones del Papa.
El jueves se dio a conocer por parte de la comunidad diocesana la declaración de un Año Jubilar del Sagrado Corazón en Cantalapiedra por parte del Sumo Pontífice de Roma. Parece ser que el Papa Francisco ha mirado a la localidad, en concreto al monasterio de monjas clarisas fundado por la Madre María Amparo del Sagrado Corazón. La comunidad cumplirá un siglo el 31 de mayo de 2020.