Cantalapiedra vuelve a honrar a la Virgen de la Misericordia con motivo de sus fiestas patronales. Los fieles, vecinos y llegados de otros lugares participaron en la primera misa y procesión en honor a la Virgen de la Misericordia que tiene lugar el sábado previo al domingo de Pentecostés. Entre los participantes destaca la presencia de los mayordomos de este año. Se trata de los nacidos en el año 1961. Son cerca de 30 personas. En torno a 28 mayordomos han acompañado a la Virgen de la Misericordia, turnándose para llevar las varas de la cofradía.
Los asistentes a la ceremonia religiosa cantaron la misa de la Virgen o de los "amenes" en latín. Está forma de celebración tiene la peculiaridad de poner los pelos de punta a aquellos que escuchan esta antigua forma de celebración eucaristía con cánticos. En ella, destacadas partes de los mismos hacen despertar emociones en las personas que escuchan.
Una vez cumplida con la parte religiosa que tiene lugar en el interior del templo es cantada la Salve popular que también tiene la peculiaridad de emocionar a quiénes la cantan e incluso a quienes escuchan, muchos de ellos por el simple hecho de dejarse llevar por recuerdos pasados que evocan a personas o seres queridos que ya no están entre nosotros.
Esta fiesta está cargada de elementos tradicionales y sentimentales, anclados en la esencia de una villa.
Posteriormente, una vez en la calle, la Virgen es elevada al ritmo del himno nacional y situada en el suelo para que las personas que lo deseen, ofrezcan muestras de afecto y devoción a la reina y madre de la Misericordia regalándo besos y fotografiándose con ella. Los signos de cariño más destacados son los de los niños que son colocados junto a la talla mariana. Posteriormente, comienzan a sonar las dulzainas y el redoblante. Entonan la tradicional taranina que hace bailar a propios y extraños frente a la imagen de la Virgen.
Este baile se convierte así, en un ritual ineludible en estas tres procesiones que este año pasan a comenzar el sábado y terminar el lunes, cuando antes empezaban el domingo de Pentecostés y terminaban el martes. Los tiempos van marcando una evolución en la tradición en este detalle y otros que se van amoldando a los nuevos tiempos.
¿Hay quien dé más?
Antes de entrar la Virgen en la ermita se produce la subasta en la que quiénes lo desean, pujan para tener el honor de meter la Virgen en la ermita. Ofrecen grandes cantidades de dinero. Este primer día se han pagado 700 € por las de adelante y 350 por las de atrás. Una vez cantada de nuevo la salve y la virgen dentro de su ermita, se procede en una procesión más profana al ritmo de la charanga, en un desfile hasta el salón Pósito dónde tiene lugar el vermut en el que los mayordomos obsequian a los asistentes con una pasta y limonada.
Antiguamente los días previos se acudía al horno a elaborar dichas pastas, perrunillas, soletas y otras tradicionales recetas legadas por los antiguos qué eran elaboradas para ser compartidas en estos días tan especiales. También la limonada se elabora días antes en Cantalapiedra con vino, agua, azúcar y bastante limón. El tiempo es importante para hacer que está bebida macere convenientemente. Estos son algunos de los detalles de una tradicional fiesta qué en Cantalapiedra se hace cada año en torno al domingo de Pentecostés. Antiguamente, el lunes de Pentecostés y martes y ahora lunes de Pentecostés, domingo y sábado anterior. El Ayuntamiento amolda un programa festivo en los espacios de tiempo que deja vacíos esta tradición religiosa, cristiana y sobre todo católica.