Cantalapiedra es un pueblo con vida en verano, este con gran prudencia, pero con gente en sus calles en ciertos momentos porque hay personas en la localidad. Se nota que la población ha aumentado desde el final del estado de alarma. La alegría puebla las calles, espacios permitidos y la plaza con la presencia de personas que dan vida a la localidad.
Este verano no hay piscinas y permanecen cerradas todas las instalaciones deportivas municipales. Los niños si pueden jugar en los columpios pero la imagen enérgica de personas presentes en la vida se torna triste con la presencia de necesarias mascarillas. Esta instantánea deja ver que algo no va bien. Es necesario respetar y cumplir con normas, obligaciones y recomendaciones para evitar posibles contagios del virus.
En Cantalapiedra hay cierto temor, pero sobre todo se nota un respeto hacia la normativa aunque en estos casos la excepción suele confirma la regla.
Como siempre el baratillo del sábado por la mañana acoge la llegada de puestos de venta y de personas de toda la zona que aprovechan para hacer sus compras necesarias en la localidad.