La ermita de Nuestra Señora de la Misericordia acogió ayer la misa del Miércoles Santo, tras la cual, como manda la tradición, se llevó a cabo la popular bajada de los santos o procesión del Dainos.
Ese sentimiento que invade a cada hijo de la villa devoto de la Virgen cada vez que visita este lugar emblemático se vio incrementado por la emoción de quienes se han preparado durante varias semanas para asegurar la permanencia de los actos de la Semana de Pasión en Cantalapiedra. Fue algo palpable en el ambiente y sobre todo en la buena organización del desfile que tuvo lugar entre la ermita de Nuestra Señora de la Misericordia y la iglesia de Santa María del Castillo.
Por un lado, el buen hacer de los niños y las mujeres, costaleros comprometidos que habían ensayado previamente. Todos ellos participes responsables de que ayer la procesión fuera todo un éxito y no se produjera la incertidumbre que en los últimos años hacía dudar de si se iban a poder sacar los santos por falta de quienes les portaran. En ocasiones como esta hay que reconocer nombres propios de personas que hacen por amor a su pueblo, en este caso es Javi, apoyado por otras personas, pero él el promotor, que con su empeño, su audacia y constancia ha puesto esa semilla para que la Semana Santa de Cantalapiedra empiece a florecer. Por otro lado, ayer también se pudo observar un orden, una simetría y un decoro para el que fue vital el buen hacer de Manuel Benito, encargado de guiar a quienes portan las imágenes que desfilan. Ayer fueron el Nazareno chico o Dainos con andas nuevas, el Nazareno Grande y la Dolorosa.
Esta tarde volverán a salir en procesión estas imágenes junto al Flagelado.