Es época de presa. Comer
carne de campo salvaje se hace estos días un hábito más extendido en los hogares
de Cantalapiedra, gracias a la caza.
Al menos los cazadores,
que cada fin de semana se lanzan al campo con escopeta en mano o los galgueros
que pasean sus lebreles en busca de tan preciadas piezas de juego y cocina.
El denominado “deporte” de
la caza es hoy, el hobby más extendido en lugares de extensa llanura como
Cantalapiedra.
Ni el frio, ni el hielo
frenan las largas caminatas que cada fin de semana hacen madrugar a los
cazadores prestos a disfrutar de un nuevo día cargado de aventuras al acecho de
esos mamíferos que campan buscando refugio entre sus pardos colores.
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