Conocemos
a Fray Emiliano Benito por sus visitas a Cantalapiedra donde tiene a sus
familiares. Quizá le recordemos por su “ barba blanca
y porte venerable, siempre luciendo su hábito capuchino”(1).
Y muchos otros le van a echar de menos porque dedicó su vida a la
misión en Venezuela. Más de 40 años en la “Sierra de Perijá en medio de los
indígenas”.
Una persona que tanto ha dado de sí para ofrecer a los demás la
virtud de su Fe merece, al menos, una mención especial o un recuerdo de su
pueblo natal, la Villa de Cantalapiedra.
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