El sábado Cantalapiedra recibió con gratitud la llegada de la Marcha Teresiana en su XXX edición.
Como cada año está marcha, fruto de una iniciativa parroquial, recorre el último trayecto que realizo la Santa desde Medina del Campo hasta Alba de Tormes, donde abandonaría su vida terrenal.
Esta iniciativa que cada año emprenden jóvenes y mayores, este año, traía bastantes caras nuevas que con gran ilusión portarán durante estos días a Teresa en su Corazón y desde ahí, seguramente, el resto de sus vidas.
Cantalapiedra siempre ha sabido abrir sus puertas a la llegada de esta peregrinación que emana de la Iglesia Católica, simbólica y físicamente.
Aunque en el ámbito sacerdotal nunca se haya visto la colaboración, (ni la representación parroquial que recoja el simbólico diploma que dejan los organizadores de este evento en cada parroquia), sí se ve un aprecio por parte tanto del vecindario y de las hermanas del monasterio que acogen a los peregrinos con gran cariño y gratitud.
La Marcha transcurre por pueblos, los mismos todos los años, donde sus peregrinos celebran a su paso actos cargados de oración y meditación principalmente en un marco social.
Cuando la Marcha entra en el termino de Cantalapiedra por el camino de Fresno comienzan a tañir las campanas del convento, a continuación tiene lugar una celebración en la iglesia, posteriormente los peregrinos comparten almuerzo. La tarde comienza con un acto compartido con las hermanas clarisas antes de despedir la Villa camino del pinar de Palacios.