Hay noches de otoño o invierno que Cantalapiedra se esconde bajo la niebla. Muchas veces la oscuridad de la noche se suma a la densidad de la niebla, haciendo que los edificios queden escondidos y las distancias se hagan indeterminadas. Hay ocasiones en las que es prácticamente fácil cruzarse con otras personas y no distinguirlas entre la espesura de las nubes que bajan al ras del suelo, humedeciendo el ambiente y, en los días, entristeciendo la jornada por la ausencia del sol.
En la Buena Villa de Cantalapiedra, la niebla transforma los días y sumerge sus calles en un ambiente totalmente distinto y a la vez mágico.