La II Feria Castellana de Cantalapiedra ha despertado la añoranza por un oficio que antaño daba vida a la buena villa. También la otorgaba fama y nombre, porque este oficio era reconocido en kilómetros a la redonda. Aún hoy, en que ya no queda ningún alfar en funcionamiento, aunque sí antiguos artesanos en vida, la alfarería de Cantalapiedra es reconocida a nivel nacional y mundial.
El domingo, la profesión de la alfarería reflejada a través de artesanos que aún practican esta profesión en otras localidades ha dejado en Cantalapiedra mucha añoranza, ilusión, recuerdos y quizá ganas de recuperar un oficio.
En su día, la alfarería, era el oficio que daba vida a un pueblo, pero que no dejaba ingresos suficientes en familias que querían dedicarse a ello, quizá por eso desapareció. El domingo, muchos mayores miraron con añoranza aquel oficio, y los jóvenes y niños con ilusión.
Ojalá que alguna persona o mejor varias se sientan animadas a aprender este oficio y recuperar la esencia que se fue trasmitiendo de padres a hijos, aunque quizá para ello sea necesario algún tipo de apoyo que respalde un oficio que dio buena fama y nombre a la buena villa de Cantalapiedra.
Un antiguo alfarero de Cantalapiedra dialoga con el artesano que hizo una demostración con la rueda. |
Un joven moldea el barro con sus manos. |
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