Aprovechando
la fiesta cristiana del nacimiento de Jesucristo –Navidad-, se hace bueno y
bonito recordar alguna de esas personas que han convivido en esta Villa y que
hoy se encuentran muy cerca de él.
Desposadas
con Cristo, viven en clausura las hermanas del convento de Cantalapiedra, el
mismo que la Madre Amparo impulsó
hace ya más de medio siglo y cerca del entero.
La
Iglesia se nutre de Santos, ¿porqué no contar con uno en Cantalapiedra? O mejor
dicho una: La Madre Amparo del Sagrado
Corazón de Jesús, como así la conocen sus fieles devotos que tanta Fe
tienen depositada en ella, y que por ello tanto se habla por todos los lugares
de esta mujer de Cantalapiedra.
La Venerable Madre Amparo, sólo por
mantener en Cantalapiedra la congregación de hermanas que velan por su
santidad, ya goza de un gloria celestial.
Para
concluir este pequeño rincón espiritual que emana del corazón de Cantalapiedra,
dejar unas palabras propias del lenguaje místico de la Madre Amparo, que entran
por los sentidos y permanecen con dulzura para alimentar el espíritu de la
Navidad:
“Al
llegar Jesús a mi pobre alma, me pareció que en nombre de la adorable Trinidad
allí presente, daba a mi alma tres besos: de paz, de amor y de confianza.”
Aprovechar
el legado de esta sabia mujer de Cantalapiedra incidir en el mensaje de paz,
amor y confianza a las buenos ejemplos.