Ayer, tercer lunes de septiembre, 17/09, de este año 2019, Cantalapiedra volvió amanecer escondida bajo el mágico manto de la niebla. Este fenómeno atmosférico llegó tras un domingo en cuya madrugada las lluvias dejaron escandalosamente entorno a 15 litros por metro cuadrado, dependiendo del lugar, pues el agua llegó en forma de tormenta y de chaparrón.
La muy buena villa vive estos días el éxodo estacional que cada años se produce tras terminarse el verano y las fiestas de septiembre. La tristeza y la tranquilidad se apoderan del lugar formando un tándem agridulce de sensaciones que invaden a la población. Unos aprovechan para ir de vacaciones, otros comienzan el curso, hay quienes empiezan la campaña agrícola o los que trabajan duro en la recolección de la patata. Son algunos ejemplos de como la villa continua participando de ese ciclo variable que marca las pulsaciones de un lugar herido por el fenómeno de la despoblación que asola Castilla, y a la vez queriendo reflotar.
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