La despedida de una monja

El lunes sonaron las campanas del convento más de lo habitual. Parecía como si fuera a celebrarse alguna ceremonia gloriosa. Un acontecimiento de esos que llenan de alegría a las hermanas del Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús. Sin embargo, la celebración era algo bien distinto, se trataba de la despedida de una monja que había fallecido, pero la bienvenida de dicha hermana clarisa en el cielo, donde estará bien cerca de Dios. 
Como siempre suele suceder, las hermanas del convento engalanaron la solemne misa con bellas canciones del coro. Y una vez celebrada la eucaristía por tres sacerdotes, una procesión se adentró por la puerta que atraviesa la clausura monacal. Ella iba encabezada por dos de los curas, la cruz y los ciriales portadas por familiares de las hermanas y tras ellos, una procesión de monjas, que desde el interior de la iglesia del convento no se veía pero que se podía imaginar por la acompasada melodía musical que emanaba de sus dulces voces angelicales. 
Rezaron por Sor María Leticia, una mujer que destino su vida a la oración y alabanza a Dios y ahora ya disfruta de su recompensa celestial.