Un puzle de colores

El término de Cantalapiedra va tomando color y se convierte en un puzle, donde las piezas son las grandes parcelas. En estos momentos destacan los amarillos de las colzas que contrastan con los verdes intensos del trigo y los marrones de los barbechos y las parcelas recién sembradas de patatas o remolacha. 
Los profundos surcos de las numerosas hectáreas de patatas sembradas en las fincas de Cantalapiedra también contribuyen a ese embellecimiento del paisaje que hace conducir a la imaginación hacia nuevas formas creadas por el hombre en un entorno natural humanizado.



Este es uno de los atractivos que pueden ocupar el tiempo de las personas que se acerquen durante estos días a Cantalapiedra, para disfrutar de las vacaciones de Semana Santa en esta tierra. El buen tiempo y los paseos por el campo, bien caminando o en bicicleta son una posibilidad más para disfrutar de un paisaje que no tiene límites y que debido a la escasez de elementos materiales y la altura en la que se encuentra el término permite observar kilómetros y kilómetros hasta chocar en algunas ocasiones con la lejana montaña, aún nevada.