Volver a la ermita de la Virgen de la Misericordia

Cantalapiedra celebra estos días sus fiestas patronales en honor a Nuestra Señora de la Misericordia. Domingo, lunes y martes se celebran las tradicionales procesiones de la Virgen, en las que se la baila, se la besa, se la piropea y sobre todo se la quiere. Porque en la Muy Buena Villa de Cantalapiedra hay mucha devoción a la Virgen de la Misericordia, patrona de la localidad. 

La mayoría de los niños de Cantalapiedra se hacen la tradicional foto besando a la Virgen en el rostro. La Virgen de la Misericordia, madre de la villa, cuya procesión se demora durante horas entorno a la ermita para que todos los que quieran puedan gozar del placer de cogerla, del honor de bailarla, del privilegio de besarla en la cara o del lujo de besar su manto y luego ya los últimos del privilegio meterla, quien más puje por las andas de adelante y las de atrás.  Pero no hay duda de que el símbolo más bonito de esta tradición es el del beso a la Virgen , una imagen querida por las gentes de ahora y las de antes. Los hoy hijos, padres, abuelos, y abuelos de los abuelos, Todos han besado a la Virgen, impregnando su cara del amor de una villa, una buena villa a la que su buena gente retorna y en la que las buenas personas siempre tienen un sitio guardado en este querido lugar, la ermita de la Virgen de la Misericordia. Querido edificio en la que tanta gente se reunirá mañana, pasado, después y desotro. Y a la que tantos recuerdos, tantas añoranza, tantos momentos vividos, retornarán en el interior de cada uno de los asistentes y donde, por ello, tanta intensidad se rememorará en aspectos puntuales como la salve o ese ¡Viva la Virgen papo! que sale de un lugar tan profundo en el sentimiento de cada cual y tan espontáneo que nadie sabe cómo pero que a todos une en esta extraordinaria muestra de humanidad de la muy buena gente que es la de la Villa de Cantalapiedra.





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